Llega el rey Arturo con su séquito. Los de la Tabla Redonda vienen con sus escudos nuevos, su caballos bine cuidades, las armas con bellos emplemas y las corazas relucientes. Hacen unas justas delante del Mal Paso. Inspeccionan el terreno por temor de hundirse en el fango. (capítulo 15)
Arturo actúa de juez:
-Reina -dice Arturo-, ¿juráis que nunca Tristán sintió por vos amor deshonesto, sino solo afecto que debía tener por la esposa de su tío?
En su respuesta Iseo juega con el equívoco (Tristan utiliza el disfraz para ocultar su identidad varias veces en la novela, para asistir al juicio se disfraza de mendigo) y demuestra su inocencia ante el rey Marcos y el rey Arturo.
Iseo, la de los cabellos dorados, da las gracias al rey Arturo:
-Señora -le responde el rey-. Mientras yo viva nae osará mencionar vuestro nombre si no es para alabaros. Ruego al rey, vuestro señor, que nunca vuelva a escuchar a los traidores.
Como vemos el Rey Arturo se convierte en un personaje importante en la novela y como sabemos es tema central de las novelas de caballera.
El rey Arturo y sus caballeros con sus brillantes armaduras son símbolos del honor, la lealtad, la valentía y la astucia, convertidos a finales de la Edad Media en valores de la nobleza. La leyenda del rey Arturo tiene sus raíces históricas en el siglo V, en la época de la Caida del Imperio Romano, cuando el rey Arturo consiguió la estabilidad de Britania tras las guerras con normandos y sajones.
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